Este año el cine francés viene entregando varias obras maestras (Las horas del verano, Entre los muros) y promete varias más (Une conte de Noël). Una de ellas se estrenó hace un par de semanas y se trata de uno de los últimos opus del porlífico Manoel de Oliveira, Belle Toujours.
La creencia popular dictamina que cuantos más años se cumplen, mayor es el deterioro, tanto físico, como mental, como espiritual. Eso puede contar para la mayoría de nosotros pero no para Henri Husson (Michel Picoli).
Hay que reconocer que Henri está más gordo y más canoso (pelado estuvo siempre). Sin embargo la mirada de Henri sigue siendo la de un pícaro perverso e irresistible. Tanto que dos putas se la pasan intentando levantárselo durante parte del film y un barman se queda totalmente embobado por las anécdotas que este le cuenta. Sigue tan vital como siempre como para recorrer toda París en busca de una vieja conocida.
Sin embargo Séverine, la vieja conocida, esta cambiada. No solo porque cambió la actriz que la interpreta sino que tiene un aire distinto. (Antes Catherine Deneuve y ahora Bulle Ogier). Esta igual de bella que siempre pero amargada, parca, abatida. Como si durante estos 40 años hubiera acarreado un peso que nunca se pudo sacar de encima.
Haciendo una comparación odiosa (y quizás un poco forzada) se podría decir que Henri es el alter ego del portugués. Los dos parecen estar más allá de todo. Henri vive a contramano de la moral burguesa. Es soltero, mujeriego, alcohólico y le importa muy poco el mundo que lo rodea al punto de rechazar muy sutilmente, como el caballero que es, el afecto de las putas antes mencionadas. De Oliveira filma absolutamente sin importarle el mundo que lo rodea (lo que lo acerca a Henri). En especial el mundo del cine. Filmar una continuación (que no es tal) del Belle de Jour presentaba el problema de partir de una obra con su propio peso. De Oliveira decidió filmar en dirección opuesta a Buñuel y dejar que los personajes pudieran crear un universo nuevo alejado de la obra del aragonés.
La creencia popular dictamina que cuantos más años se cumplen, mayor es el deterioro, tanto físico, como mental, como espiritual. Eso puede contar para la mayoría de nosotros pero no para Henri Husson (Michel Picoli).
Hay que reconocer que Henri está más gordo y más canoso (pelado estuvo siempre). Sin embargo la mirada de Henri sigue siendo la de un pícaro perverso e irresistible. Tanto que dos putas se la pasan intentando levantárselo durante parte del film y un barman se queda totalmente embobado por las anécdotas que este le cuenta. Sigue tan vital como siempre como para recorrer toda París en busca de una vieja conocida.
Sin embargo Séverine, la vieja conocida, esta cambiada. No solo porque cambió la actriz que la interpreta sino que tiene un aire distinto. (Antes Catherine Deneuve y ahora Bulle Ogier). Esta igual de bella que siempre pero amargada, parca, abatida. Como si durante estos 40 años hubiera acarreado un peso que nunca se pudo sacar de encima.
Haciendo una comparación odiosa (y quizás un poco forzada) se podría decir que Henri es el alter ego del portugués. Los dos parecen estar más allá de todo. Henri vive a contramano de la moral burguesa. Es soltero, mujeriego, alcohólico y le importa muy poco el mundo que lo rodea al punto de rechazar muy sutilmente, como el caballero que es, el afecto de las putas antes mencionadas. De Oliveira filma absolutamente sin importarle el mundo que lo rodea (lo que lo acerca a Henri). En especial el mundo del cine. Filmar una continuación (que no es tal) del Belle de Jour presentaba el problema de partir de una obra con su propio peso. De Oliveira decidió filmar en dirección opuesta a Buñuel y dejar que los personajes pudieran crear un universo nuevo alejado de la obra del aragonés.
La película gira sobre dos enigmas. Durante la primera mitad de la película el enigma a resolver es si Henri va a encontrar a Séverine luego de haberle perdido el rastro en una función en la opera. Resuelto el primer enigma, con el encuentro en la puerta de una galería, se da paso al segundo. Como se sabe (o no, sino se vio Belle de Jour) Henri era el mejor amigo del marido de Séverine y estaba al tanto de las perversiones de la mujer de su amigo. Henri está desesperado por volver a Séverine y la invita a cenar, pero ella solo acepta con la condición de que Henri le responda algo que la viene afectando hace tiempo. Hace 40 años. Séverine quiere saber si Henri alguna vez le contó a su marido sobre la vida paralela que ella llevaba.
Henri durante toda la cena evita hablar del tema y se dedica a seducir a Séverine. Sabe que no lo va a lograr, que Séverine nunca accedería a tener algo con el, pero lo hace solo por el placer que le provoca cortejarla. Durante la última parte del film se dedica a provocarla hasta que ella indignada por la falta de respuestas y la lascivia de Henri se para violentamente y se va. Y es ahí donde Henri estalla de excitación. Así como Séverine disfrutaba del masoquismo, Henri goza con el sufrimiento ajeno, con la humillación, con tener el poder.
A diferencia del primer enigma, el segundo no se resuelve. Pero acá no importa. Si nos enteráramos de la verdad, las dos películas perderían el encanto que tienen. El misterio que envuelve a la historia de estos dos viejos se desvanecería y estaríamos ante una película rutinaria, un poco distinta, pero con un final rutinario y decepcionante.
Celebremos entonces que no se haya resuelto el misterio y hagamos votos para que Séverine y Henri se vuelvan a encontrar alguna vez más.
El hombre equivocado
Henri durante toda la cena evita hablar del tema y se dedica a seducir a Séverine. Sabe que no lo va a lograr, que Séverine nunca accedería a tener algo con el, pero lo hace solo por el placer que le provoca cortejarla. Durante la última parte del film se dedica a provocarla hasta que ella indignada por la falta de respuestas y la lascivia de Henri se para violentamente y se va. Y es ahí donde Henri estalla de excitación. Así como Séverine disfrutaba del masoquismo, Henri goza con el sufrimiento ajeno, con la humillación, con tener el poder.
A diferencia del primer enigma, el segundo no se resuelve. Pero acá no importa. Si nos enteráramos de la verdad, las dos películas perderían el encanto que tienen. El misterio que envuelve a la historia de estos dos viejos se desvanecería y estaríamos ante una película rutinaria, un poco distinta, pero con un final rutinario y decepcionante.
Celebremos entonces que no se haya resuelto el misterio y hagamos votos para que Séverine y Henri se vuelvan a encontrar alguna vez más.
El hombre equivocado
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